CIUDADES MAS INTERESANTES DE BELGICA

 

Brujas, la “Venecia del norte” y una de las ciudades más bellas de Europa

brujas

Brujas es un ejemplo de enclave medieval excepcionalmente bien conservado. Sus calles, entrecruzadas por canales que han aportado a la ciudad el sobrenombre de “Venecia del norte”, cuentan con rincones propios de cuento de princesas y príncipes.

No es de extrañar que muchos la consideren como la ciudad más bella de Europa y que su centro histórico, repleto de edificios de gran valor arquitectónico, haya sido declarado Patrimonio de la Humanidad.

Su belleza es incuestionable, sin embargo a veces da la sensación de artificialidad, de haberse popularizado tanto que se ha convertido en una especie de parque de atracciones para turistas. Sea como fuere no deja de ser una de las ciudades medievales con más encanto de Europa.

Visita ineludible es la Grote Markt, plaza principal rodeada de pintorescas edificaciones, con su impresionante campanario (Belfort), desde el que se disfruta de vistas espectaculares. Rivaliza en hermosura con la plaza Burg, con edificios tan notables como el ayuntamiento gótico y la excepcional Basílica de la Santa Sangre. La fachada del ayuntamiento, del año 1376, es de belleza excepcional y en su interior destaca la Sala Gótica, dotada de una hermosa bóveda policromada.

No se puede visitar Brujas sin disfrutar de un paseo por sus canales, conocer el Begijnhof (el beaterio), o acercarse al parque de Minnewaterpark, dejándose impregnar por su romanticismo.

2. Gante, ciudad de cuento medieval

Gante

Gante es otra ciudad belga caracterizada por su hermosura típicamente medieval. Personalmente me gusta más que Brujas, ya que además de que su centro histórico es muy bonita es una ciudad llena de vida y personalidad.

Gante tiene una posición muy privilegiada, entre la capital, Bruselas y la ciudad de Brujas. Presenta la ventaja de concentrar la mayor parte de lugares de interés en su centro histórico, que invita a un relajado paseo por calles y canales.

No puede dejar de visitarse su plaza mayor, la Korenmarkt, ni lugares emblemáticos como el puente de San Miguel, desde el que se divisa una excelente vista de las tres torres más icónicas de Gante, las de la iglesia de San Nicolás, catedral de San Bavón y el Campanario del ayuntamiento. Este último, conocido como Torre Belfort, fue erigido en el siglo XIV y sus 64 metros de altura conceden las mejores vistas de la ciudad.

Otro lugar típico son los muelles de Korenlei y Graslei, en el canal principal, que fueron centro comercial medieval y conserva preciosas fachadas de construcciones de diferentes estilos.

Es una de las ciudades con mayor animación de este pequeño país porque más de la mitad de la población son estudiantes. Al caer el sol, Gante permite disfrutar de una iluminación nocturna que le da un aura muy especial a su centro histórico, sobre todo a la parte del canal principal. Sin dudas es uno de los destinos que hay que ver en Bélgica que más valen la pena.

3. Bruselas, la capital de Bélgica

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Bruselas es la capital y su ciudad más grande e importante, y también la sede de las Instituciones de la Unión Europea. Es una ciudad cosmopolita y muy cultural, con edificaciones medievales y edificios del art noveau, y que ofrece muchos planes interesantes. Si quieres visitarla no te pierdas este itinerario de Bruselas en dos días.

La capital belga alberga muchos lugares de interés. Uno de sus mayores iconos es la espectacular Grand Place, catalogada como Patrimonio Mundial por la UNESCO, con sus edificaciones góticas y barrocas únicas.

Entre sus símbolos más reconocidos internacionalmente está la peculiar estatuilla del Manneken Pis, el impresionante edificio del ayuntamiento del siglo XIII, la catedral de San Miguel y Santa Gúdula, la bellísima iglesia gótica de Notre Dame de Sablon o el Atomium, construido para la Exposición Universal de 1958.

Bruselas destaca también por su gastronomía. Además de sus platos típicos, como los mejillones con patatas fritas, sus postres, o sus chocolates, también hay que destacar su cerveza. Como apunte, en la ciudad se encuentra la cervecería que ostenta el récord guiness de cervezas vendidas al público, la Delirium, con una carta con más de 3.000 tipos diferentes de cerveza.

4. Amberes, la capital mundial de los diamantes

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Amberes, la ciudad que vio nacer a Rubens, es la segunda ciudad más grande de Bélgica y su puerto es uno de los más importantes del continente, reminiscencia de la trascendencia económica que tuvo a partir del siglo XV.

Entre las visitas imprescindibles, destaca su triangular plaza mayor (Grote Mark), corazón del casco antiguo rodeada de edificios renacentistas, la catedral de Nuestra Señora, el mayor edificio religioso de todo el país, el castillo, o la Casa Museo de Rubens, en la que vivió el pintor durante sus últimos 25 años.

En los alrededores de la Estación Central, una de las más hermosas, con su fachada de estilo neogótico y su inconfundible cúpula, se extiende el barrio de los diamantes, poblado de tiendas y talleres de reconocido prestigio, donde trabajan los mejores talladores del planeta.

5. Lovaina, una de las ciudades universitarias más animadas de Bélgica

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Lovaina, apenas a media hora en tren desde Bruselas, es una de las ciudades universitarias más importantes de Flandes, lo que se nota en la composición de su población eminentemente joven. Su prestigiosa Universidad, que conoció la presencia de personajes como Erasmo de Rotterdam, existe desde 1425

Como atractivos imprescindibles hay que destacar su plaza mayor, centro neurálgico ciudadano, que alberga edificios tan célebres como la iglesia de San Pedro o el ayuntamiento gótico, con su impresionante fachada repleta de importantes personajes de la Biblia y de la historia de la ciudad, en una colección superior a 230 estatuas.

La tradición cervecera de Lovaina también es muy reconocida, especialmente en su famosa plaza Oude Markt, conocida como la “barra de bar más larga del mundo”. Alberga, en prácticamente todo su perímetro, restaurantes y bares con sus terrazas. Es tradición salir alguna noche e intentar beberse una cerveza en cada bar de la plaza… Pocos lo consiguen.

6. Dinant, la pintoresca “hija del Mosa”

dinant

Dinant es una de las ciudades más bonitas y menos visitadas de Valonia. Llamada “hija del Mosa”, esta ciudad de menos de 20.000 habitantes está bañada por dicho río y encajonada entre rocas, que le conceden su atractivo especial.

A pesar de su pequeño tamaño su historia es muy accidentada por su ubicación estratégica. Las dos joyas urbanas son su ciudadela a orillas del río y su Colegiata de Notre Damn. Para ascender a la ciudadela, erigida en 1048 sobre un acantilado, se puede ascender en teleférico o subir más de 400 peldaños.

Por su parte, la Colegiata de Notre Dame, coronada por una cúpula en forma de peculiar bulbo, fue románica en sus inicios, reconstruida después en estilo gótico.

Otro atractivo turístico de la zona es la llamada cueva de la Merveilleuse, una de las más hermosas de Bélgica. Alberga numerosas estalactitas y cascadas subterráneas y es visitable.

7. Namur, capital de la región de Valonia

Namur: ciudades de bélgica

La capital de Valonia está en la confluencia de los ríos Mosa y Sambre, en un recinto fortificado de enorme interés histórico, rodeada por un paisaje natural imponente.

El edificio más imponente es su ciudadela, con sus raíces merovingias, situado en el montículo rocoso que marca la unión de ambos ríos. En poder de los condes de Flandes desde el siglo XII, pasó por manos de países diferentes, hasta sufrir el asedio de los alemanes en las dos grandes guerras mundiales.

La catedral de Saint-Aubain es otro de los monumentos que hay que visitar en Namur. Es un templo barroco construido a mediados del siglo XVIII, con un interior amplio que alberga un impresionante púlpito tallado en madera. La visita de la ciudad se hace agradable y si tienes tiempo de sobra para visitar el país inclúyela en tu lista de cosas que ver en Bélgica.

8. La Roche-en-Ardenne, testigo único de la batalla de las Ardenas

La Roche-en-Ardenne

Pintoresca localidad de origen medieval, ubicada en la región valona, que compagina una rica historia con su belleza natural, buena gastronomía y exquisita cerveza.

La Roche-en-Ardenne ofrece el mejor museo sobre la batalla de las Ardenas. Nada menos que tres plantas, con 1.500 metros cuadrados repletos de diferente material y vestigios de la confrontación.

En la localidad, destaca como elemento clave su castillo medieval, en la parte superior del promontorio originado por el meandro del río Ourthe, con origenes que se remontan al siglo IX. Este castillo cuenta con su propio fantasma, según una leyenda sobre la condesa Berta, que ha llegado a convertirse en símbolo de la ciudad.

La ciudad forma parte del Parque Natural de Deux Ourthes y cuenta con una importante red de senderos que discurren por un paisaje espectacular. También es una localidad muy frecuentada por amantes del rafting o de los paseos en kayak.

9. Malinas, ciudad anclada al recuerdo del emperador Carlos V

malinas

Es una de las ciudades más atractivas de Flandes, pero curiosamente es una de las menos visitadas. Sin embargo, Malinas atesora una dilatada historia. Fue casa de Carlos V, un enamorado de la cerveza típica de la ciudad, que tomó en su honor el nombre de Gouden Carolus. Una buena forma de compartir sus gustos es visitar la cervecería Het Hanker, en activo desde el siglo XIV.

El epicentro es la plaza grande (Grote Markt), donde está el ayuntamiento y la catedral, así como numerosos bares con terraza. Dos edificios de estilos muy distintos, conforman el ayuntamiento y en sus flancos la plaza está cubierta de hermosos edificios barrocos, con la gran torre de la Catedral de San Romualdo como testigo trascendente de su historia. Para ascender a la cima hay que salvar, necesariamente, más de 500 escalones.

Atravesada por el río Dijle en su centro histórico, es posible navegar por él para conocer la ciudad de otra manera, e incluso “caminar” por su superficie, mediante las pasarelas flotantes de casi dos kilómetros de longitud que comunican Haverwerf y Kruidtuin. En la calle de Haverwerf es posible contemplar las tres fachadas más sublimes de Malinas, que datan del siglo XVI.

10. Lieja, la “ciudad ardiente” junto al río Mosa

lieja

Lieja es la ciudad valona más popular entre los estudiantes Erasmus. Dotada de un espíritu estudiantil y multicultural es conocida por su animación nocturna. Además, ofrece una gastronomía típica con productos tan conocidos como el célebre gofre de Lieja, el chocolate Galler y las clásicas albóndigas con patatas fritas, las boulets de Liège, todo un placer acompañado con la cerveza clásica local, la Jupiler.

La denominada “ciudad ardiente”, referencia a sus continuos incendios en saqueos y ataques, tiene un rico patrimonio cultural. Casi 400 edificios han merecido la consideración de “protegidos”.

La plaza de Saint-Lambert es su centro neurálgico, ubicando restos de una Catedral destruida durante la Revolución Francesa, que fue uno de los edificios góticos más imponentes. Tras la destrucción, la colegiata de Saint-Paul, un edificio destacado por sus naves de un gótico primitivo del siglo XIII, pasó a ser catedral. Pero, el edificio religioso más antiguo es la colegiata de Saint-Barthélemy, del siglo XII y destacada por sus pilas bautismales de bronce.

Como vestigios más modernos, recuerdo de la revolución industrial en la ciudad, la casa museo industrial presenta una gran colección centrada en carbón y acero, que cuenta con objetos como el horno más antiguo del país o la peculiar bañera de zinc de Napoleón.

11. Tournai, la tranquilidad a orillas del Escalda

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Una localidad tranquila bañada por el río Escalda, que se caracterizó durante la época medieval por la confección de excelentes tapices. Hasta formar parte del estado belga nacido en 1830, Tournai pasó por casi todas las manos imaginables.

Entre los imprescindibles de la ciudad, encontramos la catedral de Notre Dame, una obra maestra arquitectónica declarada Patrimonio de la Humanidad. Es un monumento enorme, con cinco torres románicas de los siglos XII y XIII y un interior rico en joyas como algunas obras de Rubens.

Junto a la catedral, en la Grand Place, se localiza otro hito arquitectónico de la ciudad, el campanario civil, llamado Beffroi. Construido en 1188, es el más antiguo de Bélgica y permite admirar desde su cima un hermoso paisaje. Otra visita ineludible es el encantador puente medieval des Trous, bordeado por dos torres, la Bourdiel (de 1281) y la Thieulerie (de 1304).

12. Durbuy, uno de las ciudades de Bélgica que vale la pena visitar

durbuy

Durbuy es una localidad valona con peculiar historia a sus espaldas. Oficialmente, a pesar de superar apenas 10.000 habitantes, tiene el título de “villa”. El estatus de esta ciudad medieval se remonta a 1331, cuando el rey Juan I de Bohemia decidió concedérselo para que tuviera derecho a ejército propio ante los continuos ataques que sufría, por su posición estratégica.

En la actualidad es una localidad tranquila caracterizada por sus callejuelas medievales y sus puentes sobre el río Ourthe, en un hermoso entorno natural. Su edificio más relevante es el Castillo de los Condes de Ursel y una de sus atracciones más destacada es su curioso Parque Les Topiaires, una enorme colección de plantas talladas que asemejan numerosas figuras, incluso monumentos.

En los alrededores de Durbuy se pueden visitar el campo de megalitos de Wéris y el laberinto de Barvaux.

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